Voy a restarle a mi seducción la barrera del prejuicio. Después le dividiré el miedo, tu sonrisa (por si te interpones en mi camino) y lo que me cueste el cardiólogo después de esta fiebre poética. Voy a revolverme entre tus errores y voy a hacer perfecto a un tercero para regocijarme en la idea de que todavía queda alguien diferente en este mundo enfermo. Voy a beberme las mañanas y a madrugar las noches, continuaré siendo una fiera en plena civilización, siempre conservando la parte más humana, más sumamente pura (perversa) para el salvajismo de tu lengua.
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